X
Familia de tradición hospitalaria: cariño por la institución que perdura

Maritza Castro Moraga es parte de una familia de fuerte raigambre hospitalaria, ya que son 4 las generaciones de integrantes de este clan quillotano que, desde el primer tercio del siglo pasado, se han vinculado fuertemente a la institución. Maritza, hoy de bien tenidos 49 años, nació en este mismo establecimiento en el que hoy se desempeña como técnico paramédico del Servicio de Cirugía, admitiendo el gran cariño que ella y toda su familia mantienen por el Hospital San Martín.

Maritza señala que: “mis abuelos maternos trabajaron acá como auxiliares de servicios. Mi abuelo, Eduardo Moraga Concha, falleció a temprana edad siendo funcionario, mientras que mi abuela, Olga Beltrán Daza, también falleció siendo trabajadora activa del Hospital, el año 1962. Ambos trabajaron en el Hospital antiguo; de hecho mi mamá y mi tío me contaban que ellos alcanzaron a jugar en los amplios jardines de ese edificio, ya que en ese tiempo mucha gente llegaba a trabajar con los hijos”. Maritza cuenta que su tío le comentaba que “el cambio desde el Hospital viejo al actual se hizo en carreta, llevando implementos hasta arriba de las camillas, todo se hizo a pulso”, señala esta funcionaria que hoy tiene a su hijo, de 22 años, haciendo un reemplazo de administrativo, con lo que ya son 4 las generaciones de esta familia que han pasado por el establecimiento. A Lo anterior, Maritza agrega que el nuevo edificio, que se erigió entre 1944 y 1948, fue todo un acontecimiento para los quillotanos de la época, “ya que por años fue el único edificio de la zona que contaba con ascensor”.

Maritza relata que su madre, Olga Moraga Beltrán nació en 1943 y gran parte de su infancia la vivió en el antiguo Hospital, “contaba que allí las piezas eran grandes, altas y tétricas y que las monjitas –quienes se dedicaban a labores de enfermería, lavandería y aseo- eran bien estrictas, andaban con coligües para asegurarse que los niños se portaran bien”. Recuerda que su madre ingresó al Hospital San Martín a realizar un reemplazo cuando falleció su abuela, realizando en el mismo recinto un curso de Auxiliar de Alimentación, puesto en el que se quedó hasta su muerte.

Maritza aún recuerda el fuerte olor a remedios que inundaba los pasillos hospitalarios cuando a ella le tocó asistir a la Sala de Cuna del Hospital San Martín, “en la que permanecí hasta más allá de la edad permitida, pues no tenían con quién dejarme en la casa”. “De hecho, a mí me pilló el terremoto de 1965 en el Hospital ya que fue de día”, recuerda al señalar que permaneció en dicha dependencia entre los años 1964 y 1967, estando ubicada primero en donde hoy se emplaza Esterilización y, posterior al terremoto, en la actual Biblioteca.

Así con el tiempo Maritza, al igual que su madre y tío, permaneció gran parte de su niñez en el Hospital, por lo que no fue raro que antes de terminar su escolaridad completa –la que finalizó posteriormente- hiciera el curso de auxiliar de enfermería en el año 1984, fecha desde la cual se mantiene en nuestro establecimiento.